Pasaban las 7:30 de la mañana del miércoles, cuando un trágico accidente en la carretera Sánchez a la altura de Quita Sueño, en Haina, San Cristóbal, trastornó por completo el día y la vida de la comunidad, al causar por lo menos 10 muertos y 19 heridos.
Una colisión entre una patana cargada con sacos de cemento y un autobús lleno de pasajeros de la ruta 66, que va desde Paredes de San Cristóbal hasta la avenida Duarte en Santo Domingo, fueron los protagonistas de la desesperación de quienes iban a bordo del autobús y los comunitarios de la localidad, que rápidamente se movilizaron para ayudar.
El autobús estaba detenido recogiendo a una pasajera cuando fue embestido por la patana y lanzado a la laguna “Piso Palca”, y luego aplastado por el vehículo pesado, causando un fuerte estruendo y la rápida acción de los residentes cercanos.
Estos se convirtieron en héroes y paramédicos para dar los primeros auxilios a sus vecinos, que iban en camino hacia sus puestos de trabajo en Santo Domingo y ese día, no pudieron llegar.
Al cabo de un rato comenzó a llegar las primeras unidades de socorro, ambulancias del Sistema Nacional de Atención a Emergencias 9-1-1, Cuerpos de Bomberos de Haina y Santo Domingo Oeste, miembros de la Cruz Roja y la Defensa Civil, así como Miliares y agentes de la Policía Nacional, todos intentando localizar en el interior aplastado del autobús alguna persona con vida.
Los familiares de quienes salieron ayer con un hasta luego o hasta la tarde, también procuraban a sus seres amados vía telefónica o en su lugar de trabajo, obteniendo una respuesta nula y aumentando la desesperación, para irse a ubicar en el abismo de la laguna esperando alguna información.
“Giselle tiene 40 años y es mi sobrina, ella estaba tomando la guagua, la llamamos y no responde, ella está ahí, no ha llegado al trabajo, está ahí, ella está ahí”, repetía desesperada y al borde del colapso Altagracia Tejeda, mientras era sostenida por otros familiares.
La escena de Altagracia era repetida en rincones y próximo a la zona del desastre, donde entre la desesperación e intentar no perder la cordura, muchos oraban a Dios esperanzados en que su familiar fuera el próximo en ser rescatado en una de las camillas para recibir las Primeras atenciones médicas. “Déjenme ver si esa es mi mamá”, se alcanzaba a escuchar.
El chofer del autobús de pasajeros, Uri Méndez de León, era también buscado por sus compañeros de ruta, quienes no tenían la certeza de dónde se encontraba, pero oraban para que todo estuviera bien.